BUSCANDO A UN VIEJO
CABAÑUELISTA
POR
Por Antonio Baquero Olmos
Oigo hablar que por ahí, por un
pueblecito de
Espero a que pase el invierno, por aquello de que en
Una vez allí, doy un paseo y me
encuentro con una señora a la que pregunto por ese tal Eugenio, el de las
cabañuelas. Ella, muy amable me indica donde vive. Es un pueblo muy solitario.
Creo recordar que es aquí donde Nacho Cano (el del grupo Mecano), tiene una
casa para aislarse, relajarse y componer sus canciones. Después me confirmaran
que sí, que es allí, un poquitín mas arriba, donde
tiene una casa.
Llego a casa de Eugenio, toco a la
puerta y me abre un hombre bajito, delgado, hecho en la vida, con ojos azules y
de mirada noble, aparenta buena salud; se le nota muy hospitalario y es de
fácil conversación. En pocos minutos, me siento como en mi propia casa. Aunque
noto que él, ya me ha analizado en un “pis – pas”.
Me invita a pasar, me presento como cabañuelista y le comunico el gran interés que tengo en
conocer sus métodos de observación.
Eugenio Salguero Quirantes,
que es como se llama, ya ha cumplido mas de 80 años. Me cuenta que todo lo que
sabe de cabañuelas, lo aprendió de su abuelo y de su padre. Aunque dice que
todos los días son de aprender. Que todos los días aprende algo y lo anota en
su libretilla, porque según me cuenta, eso hay que estudiarlo y comprobarlo.
Últimamente todo está cambiando. Precisamente, me dice, aquí tengo las
anotaciones del día de San Juan. Estas anotaciones ya son para el año que
viene. Y viene bueno (bueno, se refiere a que viene agua).
El día de San Juan, es muy importante
para Eugenio. Si “pinta” bien, es que el año que viene será bueno, me insiste.
Ya metidos en conversación, me cuenta
que él hace las cabañuelas de agosto, utilizando el método de los 24 días, o sea,
12 días directos y 12 días de retornas. Y que solo mira desde las 5 de la
mañana, que es cuando se levanta, hasta que sale el sol. Con eso tiene
bastante.
Yo le pregunto: ¿y dentro de las
cabañuelas, que es lo que observas Eugenio?
Me contesta con gran seguridad: pues
los vientos, que es lo principal, el color del cielo y el color del mar, (Capilerilla, es un lugar que aunque se encuentra a
Eugenio, solo mira a esa hora de la
mañana y hasta que pinta el sol. Ya que después, tiene que ordeñar a su vaca Margarita,
que es como se llama, recoger los huevos que ponen sus gallinas, darle de comer
a cuatro cerditos. Tiene que ir al campo con sus 2 mulos, ya que tiene viñas y
terreno que sembrar y cuidar. Pero ojo, él no quiere venenos los productos que
cultiva, todo es ecológico. Quizá sea por eso la buena salud que aparenta.
Incluso los tomates, me cuenta, no los encaña, los pone sobre un montículo de
madera, para que crezcan “a su amor”.
Por
cierto, me invita a un par de vasos de vino ecológico que él hace, acompañado
con una tapa de salchichón, que también hace y está buenísimo. Dice que produce
y vende casi doscientas arrobas de vino todos los años, aunque este año, ha
estado más flojilla la producción.
Seguimos con la conversación y continúa
explicándome:
El aire bueno es el que viene del
poniente; si viene del levante, es malo, igual que el que viene del sur. El
color del mar: si es oscuro, es que hay frío. Y si es claro, es que hay mejor
tiempo. Pero me repite, todo lo hago antes de que pinte el sol.
Todo
lo apunta en una libretilla de forma escueta, pero clara y profunda.
Sobre los cambios, me expresa su
preocupación porque hay estrellas, según me cuenta, que antes estaban y ahora
no están. Han desaparecido las “cabrillas”, que son 2 filas de 3 estrellas,
capitaneadas por una que va delante, que es el pastor:
.
. .
. .
. .
y los “astillejos”, también han desaparecido: .
que son una fila de 3
estrellas. .
.
Al final, me confiesa, que no quiere
morirse sin saber la cantidad de agua que va a caer, pues él pronostica que va
a caer agua, pero no sabe cuanto va a caer. Pero sigue estudiando para ver si
algún día lo descubre. Me dice: si alguien lo sabe, que me lo diga.
Para finalizar, nos vamos a tomar una
cerveza a un hotel rural que está muy cerca, (como todo lo que hay allí), que
se llama Hotel Maravedí y está regentado por Michel y
Brigitte, con quienes continuamos la conversación.
Allí me enseñan el observatorio astronómico que inauguran los suecos este mes
de julio de 2009. Por tanto podemos decir que Capilerilla
es un lugar de gran visibilidad y de poca o ninguna contaminación lumínica.
Llega la hora de la despedida. Y lo
hago con la sensación de que a Eugenio lo conozco de toda la vida.
29 de
junio de 2009.